Generación Activista
Los Jóvenes Eligen La Protesta Por Encima De La Política Tradicional
Un Informe De Investigación Realizado Por: Dan Morrison, Periodista, Email and Chris Tyree, Periodista, Email
La introducción de Kimberley Kute a la democracia fue traumática.
Cuando era adolescente, Kute le ayudó a su madre a repartir comida entre los maltratados partidarios de la oposición política de Zimbabue mientras se recuperaban de las quemaduras y destrozos de una violenta campaña electoral en el año 2008.
Perduró en su memoria el recuerdo de la piel en carne viva y las caras hinchadas. "Lo que me dije a mí misma a partir de esa experiencia es que tal vez uno no deba involucrare en la política", recordó Kute. "No hacer nada, ni votar siquiera".
Ahora, Kute, una gerente de eventos de 24 años, estaba ansiosa por marcar el tarjetón en las primeras elecciones de Zimbabue desde que el ejército había removido el año anterior del poder al gobernante de tiempo atrás, Robert Mugabe. "Tu voto es tu opinión, es tu voz", señalaba Kute, haciendo eco a lo expresado por decenas de jóvenes entrevistados en los claros y cálidos días previos a la apertura de las urnas. "Albergo una enorme esperanza".
En una disputa en la que los dos principales candidatos presidenciales afirmaban representar el cambio, ¿participarían los jóvenes enajenados de Zimbabue?
En todo el mundo, menos personas lo están haciendo.
Un creciente número de adultos jóvenes en todo el mundo que dicen estar interesados en la política están sin embargo desencantados con el compromiso político formal. Pueden votar y aun así estar decepcionados con la política tradicional, lo que los lleva a favorecer las protestas callejeras y la organización informal, según un análisis de Orb Media de datos de más de 979 000 personas en 128 países.
La probabilidad de que los adultos menores de 40 prefieran participar en actividades políticas informales en comparación con la probabilidad de que así lo prefieran los mayores de 40 es entre un 9 y un 17 por ciento mayor, lo que representa un marcado aumento desde principios de la década del 2000, cuando la probabilidad de que el grupo más joven participara en este tipo de actividad era apenas un 3% mayor.
"Necesitamos una generación joven más participativa para que haga sentir su voz y desempeñe un papel más importante en la democracia", dijo Shahrul Saari, de 43 años, presidente en funciones de Bersih 2.0, un organismo de control de la democracia en Malasia.
Los jóvenes siempre han votado poco, y aunque las encuestas muestran que la democracia sigue siendo la forma de gobierno más deseada, los jóvenes participan menos como voluntarios, miembros de partido o activistas.
Esta brecha de participación se está ampliando. A medida que más jóvenes eligen la política informal, son más los adultos mayores que evitan las protestas.
Distintas razones explican esta ambivalencia. Muchos jóvenes activistas prefieren las estrategias horizontales en redes digitales a las organizaciones con estructuras más convencionales. Algunos países carecen de una batalla ideológica motivadora.
Otro factor es la exclusión de nuevas voces dentro de las estructuras establecidas. (En el mundo, tan solo el dos por ciento de los parlamentarios son menores de 30 años). Los jóvenes pueden estar rechazando la política convencional por estar ésta en riesgo moralmente.
"Los adultos más jóvenes prefieren el antiestablecimiento", señaló Mattia Forni, analista italiano de 27 años para la firma encuestadora Ipsos.
LE PREGUNTAMOS A USTED
En las elecciones de Polonia del año 2015, muchos jóvenes de izquierda "decidieron no votar por el menor de dos males y oponerse al sistema en general", dijo el activista Dominik Puchala, de 20 años.
Los jóvenes polacos que sí votaron favorecieron a partidos de la extrema derecha. La centroizquierda se vio derrotada. "¿Fue peligroso? Probablemente, sí lo fue", dijo Puchala mientras tomaba café en una librería de Varsovia. "Ahora estamos viendo los efectos".
"Votar es una forma de influir en algo muy formalmente", agregó Puchala, "pero, a veces, no es suficiente, especialmente en sociedades que no son sociedades civiles". Al día siguiente, bajo un aguacero de verano, Puchala activó un dispositivo que arrojó humo de color rosa durante una manifestación fuera del parlamento.
La calle puede ser una preferencia, o un último recurso en un momento de angustia.
"No se esperaba que yo protestara, pero tuve que hacerlo. No tenía otra opción", acotaba un estudiante de arquitectura de Bangladés.
Los estudiantes que estaban protestando fueron atacados por policías y activistas del partido gobernante en agosto, cuando miles de personas bloquearon el tráfico para exigir seguridad vial luego de que dos adolescentes murieran atropellados por un autobús en Dacca, la capital.
"Jamás votaré", dijo la joven de 20 años, con los brazos vendados por una golpiza policial. "Nuestro voto ni siquiera importa". Cuando las protestas se despejaron, en medio de las continuas detenciones de estudiantes, el gobierno de Bangladés anunció un plan a cinco años para capacitar profesionalmente a 136 000 conductores de autobuses que ya están en las carreteras.
“Los líderes políticos son todos corruptos. No están haciendo nada.”
— Estudiante de Arquitectura, Bangladés
En años recientes, los jóvenes que marchan por la justicia política y económica han obligado la dimisión de dirigentes en Eslovaquia, Guatemala, Túnez y Egipto. En cada uno de esos países, el establecimiento se ha reafirmado a sí mismo.
"Si los jóvenes solo emplean la desobediencia civil, quedarán inevitablemente excluidos de muchas decisiones", señala un reciente documento publicado por el consorcio CEPPS (para las elecciones y el fortalecimiento de los procesos políticos) con sede en los Estados Unidos.
En otras palabras, hay que jugar queriendo ganar. Dos terceras partes de los no votantes en las elecciones presidenciales estadounidenses del año 2016 eran menores de 50 años, mientras que solo la tercera parte de los jóvenes estadounidenses aprueba el desempeño de Donald Trump como presidente. La brecha es evidente.
Sin embargo, los partidos formales también tendrán que adaptarse a los votantes que se sienten atraídos por causas individuales y que esperan tener un rol en la toma de decisiones. "Hay un problema con las formas más tradicionales de la política", dijo Ben Lake, que tiene 25 años y es el segundo miembro más joven del Parlamento británico. "No creo que los partidos políticos en el Reino Unido se hayan percatado".
Para muchos jóvenes, no resulta fácil unirse al sistema.
"Las estructuras de los partidos políticos no están diseñadas para ellos", puntualizó Lake. (Solo 14 de los 650 diputados británicos son menores de 30).
"Y nos dicen: no tienes voz ni voto si no fuiste parte de la revolución de 1979", señaló Maria *, activista nicaragüense de 22 años, mientras se ocultaba de las fuerzas de seguridad que mataron a cientos de jóvenes desde que estallaron en abril las protestas contra la corrupción.
Maria había trabajado durante tres años para involucrar a los jóvenes en cuestiones cívicas en la capital, Managua. Ahora, lo hace clandestinamente. "La alternativa para mí sería permanecer callada en casa y quejarme con amigos y familiares; pero nosotros, los jóvenes, tenemos que hacernos oír".
"Mis padres y su generación derrocaron a un dictador", dijo Madeleine Caracas, de 20 años, activista nicaragüense exiliada en Europa. Caracas teme que la arresten tras haber leído, en una reunión televisada con el presidente Ortega, los nombres de los manifestantes asesinados. "Ahora, tenemos que hacer lo mismo".
“Mis padres y su generación derrocaron a un dictador… Ahora tenemos que hacer lo mismo.”
— Madeleine, de 20 años, Nicaragua
La experiencia de los jóvenes con los chovinismos generacionales –adulterismo, como lo llama Madeleine- atraviesa continentes.
A los zimbabuenses nacidos después del derrocamiento de la minoría blanca en 1980 se los llama nacidos libres. "Lo que de alguna manera señala el término es que no luchaste por la liberación del país, razón por la cual tu opinión no importa en realidad", acotó Kute. Los nacidos libres sienten que perdieron su futuro a manos una élite corrupta y envejecida. Hoy, luchan contra el subempleo, y Zimbabue no tiene moneda propia.
La corrupción también desalienta el voto joven.
El análisis de Orb Media descubrió que, a nivel mundial, las personas menores de 40 años que creen que su gobierno es corrupto tienen entre un 7 y un 15 por ciento menos probabilidades de votar que aquellos del mismo grupo de edad que no perciben que haya corrupción en sus gobiernos. Para el grupo mayor de 40, la probabilidad de que no voten quienes ven corrupción en sus gobiernos es apenas entre un 4 y 7 por ciento menor.
En Zimbabue, la probabilidad de que votaran los jóvenes que percibieron corrupción era un 21% menor que la probabilidad de que votaran quienes no la percibieron, según datos del año 2016.
El voto de los jóvenes "se basa principalmente en la ira y el inmenso sufrimiento, no en la educación política", señaló Guta Chengetai, vocero de la oposición desde hace 35 años.
Es cierto sin embargo que un candidato o un tema que motivan a la acción aún pueden cautivar.
A los jóvenes de Polonia e Italia les inyectaron energía las plataformas anti-inmigración. En el año 2015, cuando las manifestaciones obligaron al gobierno polaco a bloquear 6 200 solicitudes de asilo, "realmente nos sentimos victoriosos", dijo Mateusz Marzoch, de 24 años, portavoz de un grupo juvenil de extrema derecha. Marzoch, hijo de un granjero lechero, quiere acercar a la juventud polaca a Dios y nación.
“Derechos de las minorías no se le pueden imponer a la mayoría, que suele ser muy a menudo lo que de hecho sucede en las sociedades occidentales.”
— Mateusz Marzoch, de 24 años, Polonia
La línea entre lo formal y lo informal siempre ha sido muy delgada. Es inevitable que la política se vea influenciada por la Internet y por lo que pasa en la calle.
En los Estados Unidos, los sobrevivientes del tiroteo que mató a 17 niños en una escuela en Parkland (Florida) crearon un movimiento para incentivar a los votantes primerizos a votar en las legislativas de noviembre.
"Hay que ver cada elección como si fuera la última", escribió hace poco el activista de Parkland David Hogg, de 18 años. Con su presencia seria y telegénica entre un grupo que sobresale por porque sus miembros se desenvuelven muy bien con los medios de comunicación, Hogg ha utilizado a sus cerca de un millón de seguidores en Twitter e Instagram para obligar a las principales marcas de consumo a cortar relaciones con el lobby de las armas de los Estados Unidos.
Tras votar con su madre en una escuela primaria local el 30 de julio, Kimberly Kute celebró al publicar en Twitter una foto de su dedo meñique teñido. (No reveló por quién votó).
Las autoridades electorales declararon que el titular Emmerson Mnangagwa, de 75 años, había vencido a su principal rival, Nelson Chamisa, de 40 años, en medio de acusaciones de fraude e intimidación. "Lo que puedo decir con seguridad es que Chamisa obtuvo el voto joven", dijo Kindness Paradza, de 55 años, un político del partido gobernante.
Mientras los funcionarios electorales demoraron el anuncio presidencial, los soldados abrieron fuego cuando manifestantes inundaron el centro de Harare, la capital. Seis personas fueron asesinadas, y siguió una ola de arrestos que sumió a Zimbabue en la incertidumbre y la tristeza.
Donde el espacio democrático es limitado, las plataformas digitales pueden ofrecer un refugio seguro.
La red Magamba Network de Zimbabue, que tiene 10 años, le distribuye por redes sociales y una audiencia de millones de personas comedias, noticias y encuestas públicas orientadas a los jóvenes. "Faltaba en el repertorio la voz de la juventud", señaló Tongai Makawa, cofundador y poeta de 34 años.
"Si los jóvenes se organizan en las redes sociales, si se están organizando en plataformas digitales o mediante la sátira, debemos seguir su ejemplo", destacó Rachel Mims, de 30 años, del Instituto Nacional Democrático, organización con sede en los Estados Unidos.
Días después de las elecciones en Zimbabue, aún en algunas calles se encontraban los cartuchos de rifle gastados y las manchas de sangre.
"Cuando voté, lo hice con una gran esperanza", dijo Kute al referirse a la violencia desatada en las elecciones, “y, por eso, mi fe se vio quebrantada. Creo sin embargo que en algún momento habrá un cambio. Siempre ejerceré mi derecho al voto".
* El nombre de María ha sido cambiado para proteger su identidad.