Invisibles

El Plástico Dentro De Nosotros

Un Informe De Investigación Realizado Por: Chris Tyree, Periodista, Email and Dan Morrison, Periodista, Email

 

Comenzamos nuestra investigación acerca de la contaminación por microplásticos con una simple pregunta: si las partículas y las fibras microscópicas de plástico están en los océanos y lugares de agua dulce del mundo, ¿podrían estar también en el agua potable? Buscamos estudios científicos sobre este tema en Internet y no pudimos encontrar ninguna investigación pública que abordara este asunto.

Así que realizamos nuestro propio experimento de observación, recolectando más de 150 muestras de agua de grifo de ciudades y pueblos de los cinco continentes.

Las muestras fueron examinadas por la investigadora Mary Kosuth en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Minnesota en un estudio supervisado por Sherri Ann Mason, pionera en el estudio de la contaminación por microplásticos. La investigación de la profesora Mason que documenta el amplio alcance de la contaminación por microplásticos en los Grandes Lagos de América del Norte se utilizó para apoyar una prohibición legislativa parcial de los productos que usan microesferas en Estados Unidos y Canadá.

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Nuestras muestras de medio litro fueron recolectadas por una combinación de profesionales científicos, voluntarios informados y miembros del equipo Orb utilizando protocolos para limitar la contaminación por fibras transportadas por el aire. (Los protocolos fueron formulados por la profesora Mason, quien es presidenta del departamento de geología y ciencias ambientales de la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia). Las muestras procedían de megaciudades como Nueva Delhi y Yakarta y de ciudades tan pequeñas como Pinebluff, en Carolina del Norte, con una población de 1,439 habitantes.

Cada muestra se recogió en una botella de polietileno de alta densidad, o HDPE. ¿Por qué de plástico? Por un lado, es ligero, y nuestras muestras fueron enviadas de forma aérea desde diferentes lugares de todo el mundo. La profesora Mason nos aseguró que si los fragmentos de HDPE se produjeran en nuestras muestras de agua, serían fáciles de diferenciar de las fibras de plástico. A los participantes del estudio se les pidió que dejaran correr el agua durante un minuto, enjuagaran el interior de sus botellas tres veces, y luego taparan la muestra mientras el agua seguía fluyendo.

Elegimos las cinco ubicaciones principales de muestra según su diversidad geográfica y la disponibilidad de nuestros socios para ayudarnos a recolectar dichas muestras: Yakarta, Nueva Delhi, Kampala, Beirut y Quito. Las muestras de agua de grifo de Europa y los Estados Unidos estaban menos concentradas geográficamente en comparación con los especímenes provenientes de estas cinco ciudades. Las muestras numeradas fueron enviadas a la Universidad de Minnesota sin información que identificara su fuente; nuestra investigadora no sabía de dónde provenía el agua que estaba examinando. Los encuestados completaron cuestionarios sobre su ubicación y hábitos de uso del agua. Estos datos fueron enviados directamente a Orb Media.

Las muestras fueron manejadas con cuidado. He aquí la investigadora Mary Kosuth describiendo el proceso de laboratorio:

 

“La ubicuidad de los polímeros sintéticos, especialmente las fibras transportadas por el aire, requiere hábitos de laboratorio rigurosos. Con el fin de reducir las posibles fuentes de contaminación durante el procedimiento, todos los objetos de vidrio se cubrieron con un vidrio de reloj cuando no se usaban y se lavaron completamente entre las pruebas experimentales. El trabajo se llevó a cabo en una cabina de flujo de aire laminar y el área de trabajo se limpiaba todas las semanas. Los filtros se inspeccionaron bajo un microscopio antes de su uso. Se asentaron los tiempos de filtración para saber cuál era el periodo de tiempo de una posible contaminación.”   

 

Para considerar aún más la contaminación, se procesaron tres tipos diferentes de blancos de laboratorio. En primer lugar, el filtrado de cada muestra se filtró una segunda vez a través de un nuevo filtro y cristalería limpia. Estos blancos, denominados blancos filtrados (n = 159), se llevaron a cabo para asegurarse de que cada muestra haya sido filtrada a fondo. Además, se llevaron a cabo blancos de laboratorio que contenían solamente agua desionizada cada vez que se procesaron las muestras diarias. Estos blancos se denominaron blancos desionizados (n = 30) y se llevaron a cabo para considerar la contaminación de laboratorio de fondo por deposición atmosférica, agua desionizada y cristalería. Finalmente, los blancos embotellados se llevaron a cabo llenando dos botellas de plástico HDPE vacías de 500 ml con agua desionizada en el laboratorio, tal como se habían recogido las muestras. Los blancos desionizados y embotellados se procesaron de una manera idéntica a las muestras de agua de grifo para poder tener en cuenta la contaminación del polímero, o niveles de fondo, que podrían provenir del contenedor de recolección o ambiente de experimentación.

 

Nuestras pruebas revelaron fibras de plástico de 100 micrones o más de tamaño. Probablemente, las muestras de agua de grifo incluyeron fibras y partículas más pequeñas; sin embargo, el equipo disponible solo permitió la identificación de partículas que comenzaban a 100 micrones. Los investigadores sugieren que los plásticos de escala micrométrica y nanométrica pueden trasladarse desde las tripas hasta diferentes órganos cuando son ingeridos por los animales. Por ejemplo, un estudio realizado en 2017 que muestra la presencia de microplásticos en la sal marina, señaló que las investigaciones previas han demostrado cómo las microesferas de poliestireno de 20 micrones “se acumulan en las branquias y tripas del pez cebra (Danio rerio), mientras que las microesferas de 5 micrones se incorporaron en las branquias y las tripas, así como también en el hígado" después de su consumo.

 

* El estudio sobre el cual se basó esta historia ha sido publicado en Plos One, una revista científica revisada por pares; esto quiere decir que un grupo de expertos externos ha determinado que sus métodos y conclusiones son buenos. El artículo de Plos One amplía su descripción de las fibras que se encontraron en muestras mundiales de agua del grifo al incluir plástico y otras sustancias hechas por el hombre. Mary Kousuth, investigadora principal, en su informe de laboratorio del 16 de mayo de 2017 para Orb Media, identificó las fibras como “plástico”, un polímero sintético. Sin embargo, en Plos One, Kosuth y las coautoras Sherri Mason y Elizabeth Wattenberg utilizan el término “antropogénico”, o hecho por el hombre, para describir estas fibras. Las autoras dicen que optaron por esta distinción en Plos One porque con el espectroscopio infrarrojo no se identificaron como plástico las fibras que encontraron. Ya que la mancha de rosa de Bengala utilizada en este estudio solo se une a sustancias naturales, escriben, “es lógico suponer que las partículas encontradas como mínimo son sintéticas y lo más probable es que se puedan clasificar como microplásticos, pero como se necesitan análisis espectroscópicos como la Espectrocopia Infrarroja de Transformada de Fourier (FTIR, por sus siglas en inglés) para confirmar esta suposición, en este informe, utilizamos un término más general”.

Aquí está el panorama completo: encontramos fibras microscópicas de plástico en el agua de casi todos los lugares que examinamos.

Los Estados Unidos y Beirut proporcionaron el mayor número promedio de muestras que contenían fibras plásticas microscópicas, el 94 por ciento.

Sin embargo, dado el número relativamente pequeño de muestras provenientes de cada una de las ubicaciones globales, las comparaciones regionales son solo el comienzo de un análisis exploratorio. A lo largo de nuestro experimento, 28 muestras, o el 19 por ciento, no tenía fibras plásticas. El 38% de nuestras muestras contenían cero fibras o una fibra de plástico, lo cual está dentro del margen de error para una muestra que puede no tener plástico.

“Dado que este es el primer estudio mundial que se ha completado de contaminación por plásticos en el agua de grifo, estos resultados deben considerarse como un primer vistazo a las consecuencias de la utilización [y] eliminación de desechos plásticos por los seres humanos en lugar de una evaluación exhaustiva de la contaminación mundial por plásticos", escribió Kosuth en su informe a nosotros. "Estos resultados requieren más pruebas dentro y entre regiones".

Tomemos el ejemplo de Europa, que tenía el número medio más bajo de muestras que contienen fibras plásticas, el 72 por ciento. Se analizaron muestras de Eslovaquia (8), Reino Unido (3), Alemania (2), Suiza (2), Irlanda (1), Francia (1) e Italia (1). Dado el escaso número de muestras procedentes de Europa y su distribución desigual, sería inadecuado utilizar estos resultados para sacar conclusiones amplias sobre la calidad del agua en estos países individualmente. Nuestros resultados demuestran la necesidad de una investigación más profunda.

"Esta investigación es solo la punta del iceberg, pero parece que dejara huella", dijo Hussam Hawwa, director general de la consultora de recursos medioambientales Difaf, la cual recolectó las muestras para Orb en Líbano.

Dentro de nuestra confirmación de la existencia de fibras plásticas microscópicas en el agua de grifo, el estudio de Orb produjo otros descubrimientos interesantes, incluida una aparente relación entre la confianza de los encuestados en su agua de grifo y el número de fibras encontradas en las muestras correspondientes.

El cincuenta por ciento de nuestras muestras de todo el mundo provenía del agua de grifo que nuestros participantes utilizaron para beber. El otro 50 por ciento provenía del agua de grifo que los residentes consideraron inapropiada para beber directamente del grifo, esto es si siquiera se la podía consumir. (Las Naciones Unidas han reconocido explícitamente el derecho humano al agua potable salubre).

Hay mucha variación entre los países en el conteo típico de fibras de plástico en nuestro estudio. Hay incluso más variación según si los participantes consideraron que su agua de grifo era segura para beber o no. Sin embargo, en todos los países, el agua que los encuestados consideraron apta para beber del grifo tenía considerablemente menos fibras de plástico (típicamente alrededor de 3.3 por litro, con una desviación estándar de 5.7) que el agua de grifo no considerada apropiada para beber (típicamente alrededor de 4.6 fibras, con una desviación estándar de 8.1).

Otro descubrimiento. El número más alto de fibras registradas en nuestro estudio provino de un lugar demasiado cercano para no alarmarse: una muestra del fregadero de la cocina en Orb Media, en Washington, DC, reveló 34 fibras microscópicas de plástico. Este resultado fue aún más sorprendente porque las oficinas de Orb tienen un filtro de agua general para toda la casa en la tubería de agua y un filtro de ósmosis inversa en el grifo mismo. Esto implica que, en el caso de esta muestra, los filtros instalados en nuestra oficina pueden estar emitiendo fibras plásticas.

Este es solo uno de varios interrogantes planteados por nuestro estudio acerca del agua de grifo, incluida la procedencia de fibras en muestras provenientes de una variedad de lugares y fuentes de agua a nivel mundial, métodos que podrían usarse para mantenerlos fuera del agua potable y los posibles efectos para la salud que tiene la presencia de fibras plásticas en el agua potable y los alimentos.